Por: Dayma Crespo Zaporta
El creador cubano Octavio Irving Hernández Jiménez, tras un relativo silencio dentro de la esfera cultural del país, se reincorpora con muchos bríos a su quehacer como artista visual. En esta ocasión nos presenta una exposición personal, bajo el título Dime con quién andas… La muestra está situada en La Cabaña, como parte de los proyectos colaterales de la Duodécima Bienal de La Habana (Zona Franca), a desarrollarse del 22 de mayo al 22 de junio del presente año 2015, específicamente en el Pabellón K4.
Su propuesta actual es digna de pertenecer a las páginas del buen arte contemporáneo, pues rompe esquemas y a la vez obliga a la des-automatización del pensamiento, en la búsqueda de algo más –en el plano conceptual– de lo que ofrece la mera percepción. En palabras de Irving, como parte del Statement de la expo en cuestión, la misma pretende ser un ejercicio crítico a “nuevas estéticas” que se me antojan vacías, pero desde el sarcasmo y la ironía que sugiere el uso de algunos de sus códigos, eso sí, re-significados.
El autor, ganador del premio La joven estampa 2007 se mantiene en la línea del grabado, pero en un nivel más novedoso al sustituir el papel por una superficie más blanda en una de sus obras. El uso de objetos extra-artísticos habla de una vocación posmoderna que pone en crisis cánones propios de la Historia del Arte. El objetivo vital y prioritario de este encuentro es la comunicación directa con el receptor, con el fin de reflexionar a través de las obras sobre problemáticas del arte y el mundo contemporáneo en general.
“Sweet Dreams”, de la serie “Cultura Blanda”, se vale de la litografía para el logro feliz de una serialización que rememora el Pop Art, específicamente a las Marylins y las Elizabeths de Andy Warhol. Irving hereda, pero a la vez subvierte mediante almohadas que fungen como soporte de las piezas. El conejo es una iconografía que lo inquieta hace algún tiempo y le permite expresar sus tormentos en torno al arte contemporáneo. Lo adorable de la imagen de estos mamíferos habla un tanto de la docilidad, de lo dúctil, de lo manso, y al estar impresos sobre esta suerte de cojines, completan el concepto que da génesis al título de la pieza.
“El beneficio de estar involucrado”, por su parte, es una obra de grandes dimensiones que va desde la plástica más tradicional hasta el instalacionismo. La estética kitsch le sirve en este empeño, aunque sin apegarse a ella del todo, pues la agrede con el moteado de los peluches, los cuales remiten a la ternura de la infancia. La coexistencia de un humano genérico junto a la horda ciega de cuadrúpedos y las clonaciones de cuervos buscan de algún modo analogar nuestra condición de animales desde el punto de vista social. Son imágenes surgidas durante el proceso creativo, en una especie de experimentación subconsciente que no premedita ninguna significación concreta. No obstante, al encontrarse sobre el muro de la galería, se bañan del aura propia de esta, y aquello que era un ensayo surrealista del dibujo se transfigura en conceptos de acuerdo a la subjetividad de cada receptor.
“Iluminando la tradición” cierra el proceso receptivo de la muestra. Es una obra compuesta por cinco cajas de luces que atesoran una manera otra de asumir el paisaje, desacralizándolo un tanto para traerlo a nuestro espacio temporal. La paisajística cubana se halla bastante trasnochada, de ahí la necesidad de re-encenderla y por ello el juego entre el título y el soporte de las piezas. La estética kitsch se nos presenta nuevamente a través de objetos muy populares como los ramilletes de flores artificiales, los cuales Irving desarticula y manipula a su antojo.
Sin lugar a dudas, Dime con quién andas… dista del quehacer artístico de su autor hasta el momento, la muestra impacta a la vez que provoca a los más conservadores. Es una reflexión respecto a nuestro panorama artístico actual y una manera de canalizar inconformidades e inquietudes. Y es que Irving se preocupa por su tiempo y procura hacer algo por él, llevarnos a cuestionamientos es solo el primer paso.
